"Yo suelo mantenerme siempre en un mismo nivel", comentaba uno de mis amigos el sábado noche, mientras compartíamos unas copas, unas músicas y un intercambio de ideas.
En un mismo nivel de emociones, se refería. Y a partir de esa confesión, los siguientes minutos los dedicamos a divagar sobre emociones y demás familias sentimentales.
Si este amigo opinaba así, otros manifestaron su necesidad de hablar y contar a alguien (que sepa escuchar, ese es otro asunto...) aquéllo que le aturdía, le inquietaba o, por el contrario, aquéllo que le mantenía en una nube continua. El hecho de experimentar buenas sensaciones también tiene cabida en una relación de amistad. No sólo están para los malos momentos los amigos.
Sin embago, no todos pensaban igual. Hay quien no suelta prenda (argumentando que no le es fácil) prefiriendo salir del apuro él solo, de modo que su estado anímico aparentemente siempre permanece igual. ¿Y para qué vas a hablar con nadie? Si los hay que no escuchan y te dan la razón a todo (volvemos a lo de antes).
Por otro lado, hubo gente que decía sentirse muy arriba para luego sentirse muy abajo. Lo que yo entiendo por personas pasionales, que disfrutan mucho cada instante bueno que les brinda la vida pero que, del mismo modo, sufren con cualquier desengaño o frustración inesperada. Sospechosamente, suelen darse más desilusiones en estas personas que viven con intensidad cada instante. Parece como si estuvieran expuestas a esas situaciones con más predisposición precisamente por ser pasionalmente vividoras.
Esta gente que se encuadraba dentro de este último caso, expresaba la necesidad a menudo de disfrutar de ese mismo nivel en la línea de las emociones. La necesidad de no andar de arriba abajo, sino de mantenerse en equilibrio, ese equilibrio emocional que parece no brillar en estos tiempos locos.
Bonita e interesante conversación ésta mantenida anoche. Aprendemos que no todos somos iguales en ese terreno tan escurridizo y aprendemos que podemos aprender de todos y cada uno de los demás aportando nuestro punto de vista, sugiriendo y sobre todo aceptando a cada amigo como es. Todos somos especiales, únicos, diferentes pero con mucho en común y esos aspectos similares y a la vez divergentes son, precisamente, los que conforman nuestra esencia haciéndonos individuos que comparten momentos, palabras y el mágico tiempo que pasa pero en tan agradable compañía...
En la compañía de buenos amigos, uno de los pilares de la vida.
GRACIAS POR FORMAR PARTE DE ELLA.
Douceur
En un mismo nivel de emociones, se refería. Y a partir de esa confesión, los siguientes minutos los dedicamos a divagar sobre emociones y demás familias sentimentales.
Si este amigo opinaba así, otros manifestaron su necesidad de hablar y contar a alguien (que sepa escuchar, ese es otro asunto...) aquéllo que le aturdía, le inquietaba o, por el contrario, aquéllo que le mantenía en una nube continua. El hecho de experimentar buenas sensaciones también tiene cabida en una relación de amistad. No sólo están para los malos momentos los amigos.
Sin embago, no todos pensaban igual. Hay quien no suelta prenda (argumentando que no le es fácil) prefiriendo salir del apuro él solo, de modo que su estado anímico aparentemente siempre permanece igual. ¿Y para qué vas a hablar con nadie? Si los hay que no escuchan y te dan la razón a todo (volvemos a lo de antes).
Por otro lado, hubo gente que decía sentirse muy arriba para luego sentirse muy abajo. Lo que yo entiendo por personas pasionales, que disfrutan mucho cada instante bueno que les brinda la vida pero que, del mismo modo, sufren con cualquier desengaño o frustración inesperada. Sospechosamente, suelen darse más desilusiones en estas personas que viven con intensidad cada instante. Parece como si estuvieran expuestas a esas situaciones con más predisposición precisamente por ser pasionalmente vividoras.
Esta gente que se encuadraba dentro de este último caso, expresaba la necesidad a menudo de disfrutar de ese mismo nivel en la línea de las emociones. La necesidad de no andar de arriba abajo, sino de mantenerse en equilibrio, ese equilibrio emocional que parece no brillar en estos tiempos locos.
Bonita e interesante conversación ésta mantenida anoche. Aprendemos que no todos somos iguales en ese terreno tan escurridizo y aprendemos que podemos aprender de todos y cada uno de los demás aportando nuestro punto de vista, sugiriendo y sobre todo aceptando a cada amigo como es. Todos somos especiales, únicos, diferentes pero con mucho en común y esos aspectos similares y a la vez divergentes son, precisamente, los que conforman nuestra esencia haciéndonos individuos que comparten momentos, palabras y el mágico tiempo que pasa pero en tan agradable compañía...
En la compañía de buenos amigos, uno de los pilares de la vida.
GRACIAS POR FORMAR PARTE DE ELLA.
Douceur